Puede que, cuando pienses en accesibilidad, lo primero que se te venga a la mente son todas las barreras arquitectónicas que existen y la necesidad de eliminarlas para que todas las personas (también aquellas con movilidad reducida) puedan superarlas, sin la ayuda de terceros.
Pero algunas personas, como personas con discapacidad intelectual, con dificultades de comprensión o comunicación, personas mayores o personas procedentes de otros países también se encuentran con barreras de otro tipo en su día a día, y es aquí donde entra en juego la accesibilidad cognitiva.
La accesibilidad cognitiva es una característica que deben tener los mensajes (textos, comunicaciones auditivas, señalética, etc.) para facilitar su comprensión, el procesamiento de la información, los procesos de percepción, la atención, la capacidad de resolución de problemas o la memoria.
Por ejemplo, si un metro se para por una avería y se indica por megafonía a sus usuarios que deben bajarse para continuar, este mensaje puede resultar confuso, dado que informa del problema pero no ofrece soluciones o alternativas. Por tanto, sería más conveniente que en el mensaje se incluyese información adicional, como que podemos coger la línea verde para continuar el camino o que podemos consultar cómo llegar a nuestro destino en el mostrador de información.
Según los principios de The Arc (entidad estadounidense precursora en accesibilidad cognitiva), a los mensajes deben aplicarse una serie de requisitos:
Reducir la dependencia para recordar la información.
Utilizar formatos complementarios que sirvan de apoyo (visuales, gráficos).
Reducir la necesidad de emplear habilidades organizativas complejas, evitando que el usuario deba encargarse de la resolución del problema o que deba recordar conceptos complejos.
Presentar un vocabulario y nivel de lectura que facilite la comprensión por parte del mayor número de receptores.
Las medidas de accesibilidad cognitiva evitan que muchas personas se sientan frustradas y perdidas. Se calcula que, en España, más de 12 millones de personas se beneficiarían de los entornos cognitivamente accesibles, pero en realidad todos podemos vernos beneficiados, ya que crea un entorno más comprensible y previsible.
La lectura fácil es la presentación de un texto de forma que el lector lo comprenda más fácilmente y se sienta motivado a seguir leyendo. De este modo, se facilita la autonomía, el aprendizaje continuo y la toma de decisiones informadas de todas las personas.
La lectura fácil sigue una serie de normas, como:
Usar palabras fáciles.
Usar ejemplos para explicar las cosas.
Usar siempre las mismas palabras para nombrar lo mismo (evitando el uso de sinónimos).
Construir frases positivas (en vez de negativas)
Evitar metáforas
Construir frases cortas.
Inclusion Europe ha creado un logo para indicar que los textos están en lectura fácil. Para poder usarlo, es necesario que se cumplan las normas europeas de lectura fácil y que al menos una persona con discapacidad intelectual haya leído y comprendido el texto.
Señalizar de forma más clara, eligiendo la mejor ubicación, es imprescindible para evitar los sentimientos de malestar e incapacidad para desenvolverse en el entorno que se pueden generar en muchas personas. Algunos ejemplos de buenas prácticas en este sentido son:
Incluir señalizaciones de paradas recorridas en medios de transporte.
Indicadores visuales del tiempo que falta para un tren.
Añadir pictogramas (y no solo señalizaciones de texto) a los carteles de un hospital.
Consiste en adaptar el espacio para que dirija de forma natural a las personas durante sus desplazamientos, evitando equivocaciones gracias a la disposición de elementos arquitectónicos. El objetivo es que el camino se perciba naturalmente, sin necesidad de tomar decisiones. Algunos ejemplos de prácticas de wayfinding son:
Colocar los mostradores de información de forma que sean visibles desde la puerta de acceso.
Diseñar zonas de espera para los usuarios visualmente abiertas a los corredores.
Distinguir las zonas públicas de las privadas mediante el uso de los colores o la iluminación.
La Convención de Naciones Unidas y diversas normativas locales, nacionales e internacionales reconocen y promueven la accesibilidad cognitiva.
Puede aplicarse en cualquier espacio, producto o servicio, como:
Telecomunicaciones
Espacios públicos
Red de transportes
Productos y servicios a disposición del público
Relaciones con las Administraciones Públicas
Museos
Teatros
Hospitales
Centros comerciales
Y mucho más
En definitiva, cualquier entidad puede beneficiarse, dado que se logra que los mensajes lleguen a más personas.
En el servicio de consultoría de accesibilidad de FUNDACIÓN JUAN XXIII podemos asesorarte en accesibilidad cognitiva o de otro tipo. Puedes contar con nosotros para derribar barreras en nuestra sociedad. ¿Contamos contigo para construir un mundo más accesible e inclusivo?