Billing o facturas con sensaciones ¿Lo notas?
¿Quién no recibe cada mes alguna factura? De hecho, hay algunas que hasta incluso las solicitamos nosotros mismos, como las de telefonía. Y, seguro que también hemos vivido esa experiencia de recibir un billing y de tan bonita como ha sido creado, no saber si lo tenemos que pagar o es que nos van a pagar a nosotros. Esto es lo que en el mundo del marketing directo denominamos “crear un mapa de sensaciones”. Habitualmente, asociamos la recepción de una factura como algo malo y sin embargo, no tiene porque ser una mala noticia. Una factura es un documento de emisión obligatoria que prueba la realización de una acción comercial para fines tributarios o, sencillamente, que anuncia el cierre de un ciclo. El nuevo Reglamento de Facturación introdujo un sistema de facturación basado en dos tipos de comunicación de billing:
- La factura completa u ordinaria, de uso más ordinario, debe recoger toda la información necesaria sobre la operación económica sobre la que deja constancia.
- La factura simplificada que tienen un contenido más reducido que las anteriores, y a elección del emisor, podrán expedirse, en los siguientes casos:
- Cuando el importe de las mismas no exceda de 400 euros (IVA incluido)
- Cuando sean rectificativas
- Además, es posible expedirlas en los casos en que tradicionalmente se ha permitido la sustitución de tickets por facturas (p.e. ventas al por menor, transportes de personas y sus equipajes, servicios de peluquería, etc.), siempre que su importe no exceda de 3.000 euros.
Eso que asociamos con el mapa de sensaciones y que puede parecer difícil de describir no es más que el formato que se le da a la misma. Como siempre, los detalles son lo más importante. Adaptarse a normativa legal sobre la información mínima que deba contener, respetar en los envíos la LOPD, dotarlo de un diseño que llame la atención y nos haga reconocibles sin que se vean afectadas las partes variables de los datos que tiene que contener el formato.