A pesar de que la sociedad está cada vez más concienciada y se respetan los derechos de las personas con discapacidad, todavía existen grandes escollos que impiden a muchas de estas personas realizar una vida completamente normal. Según la normativa legal vigente, el transporte público y un cierto porcentaje de los taxis tienen que estar adaptados. Pero, ¿esto llega a ser cierto? En la práctica hay ocasiones que dejan mucho que desear. Se considera que el transporte público o los taxis no están adaptados cuando el vehículo o tramo de la calle no está adaptado con los requisitos de accesibilidad que determina la normativa legal vigente. Además, la distancia que se debe recorrer entre paradas supera un máximo de 400 metros y los pasajeros deben realizar más de un transbordo. No hace falta irse muy lejos, el año pasado la parada de Metro de Madrid de Noviciado tenía el indicativo de “adaptado para personas con discapacidad” pero la única salida eran unas escaleras tradicionales, ni escaleras mecánicas, ni rampas ni ascensores. Y no es un caso puntual, en las paradas de metro que sí están adaptadas constantemente hay problemas de funcionamiento. Los autobuses urbanos suelen tener una rampa para el acceso de las sillas de ruedas, pero en hora punta es imposible acceder a ellos. Del mismo modo que el número de taxis adaptados es residual y prácticamente imposible de conseguir por la noche, festivos o en eventos importantes como conciertos o congresos. ¿De qué sirve que exista una legislación si después no se respetan los acuerdos establecidos? Cada vez es más fácil acceder al transporte público e incluso se puede coger un Ave o un avión solicitando un servicio de asistencia gratuito de Renfe o Aena. Pero todavía queda un largo camino hasta que las personas con discapacidad puedan desplazarse en igualdad de condiciones que el resto.