A lo largo de los años los especialistas en terapias sobre la discapacidad nos han hablado de como los animales tienen el potencial para estimular a las personas mucho más allá que otras técnicas más simples. ¿Qué tiene un animal que es capaz de llamar la atención de un niño con autismo o de una persona con parálisis cerebral? A menudo, las personas con discapacidad intelectual tienen la capacidad para conectar con un animal de forma mucho más directa que una persona regular. La ausencia de prejuicios o de contención emocional los hace mucho más abiertos a identificar estímulos externos por parte de animales. Se ha demostrado que el contacto con caballos, delfines o perros es beneficioso a nivel físico, psíquico y social. Y es que, las personas con capacidades diferentes consiguen mejora su autoestima e incluso aprender normas sobre el cuidado personal y el ser autosuficiente. Al cuidar de un animal, sin darnos cuenta interiorizamos todas esas normas que rodean la rutina diaria de estos. ¿Sabías que los sonidos que emiten los delfines penetran en nuestro sistema neuronal y relajan los músculos? Las personas que sufren de parálisis cerebral consiguen que la ejecución del movimiento mejore de forma sensible gracias a esta relajación neuromuscular. Del mismo modo, el calor que desprenden los caballos o el movimiento al galopar tienen la capacidad de modificar patrones posturales y modifica las conexiones neuronales. En el caso de los perros, la habilidad que tienen para comunicar emociones innatas como la alegría o la tristeza, hace que las personas que están en contacto con ellos y que, por una causa u otra no son capaces de generarlas por si mismas, aprendan nuevas habilidades sociales. Las terapias con animales son beneficiosas porque para ellos son un juego. Se divierten, su interés aumenta y, al estar tan receptivos, los rehabilitadores consiguen que la estimulación emocional sea mucho más efectiva y duradera en el tiempo. Conocer e identificar las emociones es el primer paso para fomentar la autonomía de una persona. ¿Por qué no usar el apoyo de los animales ahí donde las personas no pueden llegar?