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La unidad de apoyo en el ocio y tiempo libre

Escrito por José Antonio Morena Pardo | Feb 24, 2016 12:00:00 AM

Networking, teambuilding, quedadas after work… ¡Todo es trabajar! Hasta cuando salimos de la oficina seguimos realizando acciones encaminadas al negocio. Pero, ¿qué pasa con las otras relaciones? En los diferentes departamentos ya no hay espacio para las relaciones humanas, para conocer a la persona con la que cada día te sientas codo con codo a realizar la jornada laboral. Se habla cada vez más de la importancia del clima laboral, de tener trabajadores contentos con su puesto de trabajo pero se subestima uno de los índices más valorados: la calidad de las relaciones interpersonales con los compañeros y/o jefes. Esto que en cualquier empresa debería ser norma, no lo es menos para los Centros Especiales de Empleo, donde cada día se dan cita trabajadores con discapacidades de toda índole que deben trabajar todos a una. Hace semanas, explicábamos para qué sirve la Unidad de Apoyo y como ya sabemos, su misión principal es lograr el máximo nivel de calidad de vida en las diferentes esferas de los trabajadores con discapacidad, entre ellos, el del ocio y tiempo libre. Los objetivos del equipo multidisciplinar en este sentido van encaminados a:

  • Concienciación social en entornos normalizados
  • Creación de un sentimiento de grupo
  • Fomentar la capacidad para gestionar su propio tiempo de ocio

Así, el pasado sábado 20 de febrero, la Unidad de Apoyo organizó una salida para los trabajadores del Centro Especial de Empleo Roncalli en la que se pretendía fomentar las relaciones laborales y reforzar el espíritu de equipo. Con estos propósitos, el grupo formado por unos 36 empleados de las diferentes líneas de negocio del CEE realizaron una visita guiada por el casco histórico de Madrid en la que pudieron sorprenderse con los lugares donde se habían cometido algunos de los asesinatos y tentativas más célebres en la historia de la capital. Este recorrido no estuvo falto de anécdotas sobre las leyendas que a través de la tradición oral se han ido pasando generación tras generación hasta llegar a oídos de todos los participantes. Tras todo buen paseo que se precie y siguiendo una tradición muy castiza, había que reponer fuerzas y el sitio seleccionado fue el muy conocido “Museo del Jamón”. Desde luego, no se podía haber elegido mejor. Descansaron y repusieron las pilas con unos buenos bocadillos como es típico tomar en el lugar y además salieron todos encantados puesto que el trato recibido por parte del personal fue excelente. Cada día que pasa y más cuando se realizan acciones de este tipo, el personal que trabaja con el colectivo de la discapacidad se va sorprendiendo gratamente de ver como la sociedad poco a poco deja de tratar a las personas con discapacidad como si fuesen totalmente diferentes y se va abriendo para compartir con ellos una misma realidad.