Pisos tutelados, supervisados y residencias: diferentes modalidades para personas con discapacidad intelectual

| por Fundación Juan XXIII

El derecho a vivir de forma independiente y plena es una aspiración compartida por todas las personas, incluyendo aquellas con discapacidad intelectual. Este derecho debe ejercerse de la máxima autonomía posible, con el fin de permitir al individuo desarrollarse e independizarse. El artículo 19 de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, lo establece de la siguiente manera: “Las personas con discapacidad deben tener la opción de vivir en forma independiente, ser incluidas en la comunidad, elegir dónde y con quién vivir y tener acceso a servicios de apoyo en el hogar, en residencias y en la comunidad".

asesoramiento-gratuito-de-la-lgd

 

Para cumplir este derecho, algunas personas con discapacidad intelectual pueden necesitar un apoyo extra, que puede llegar de diferentes formas, como los pisos tutelados, los pisos supervisados o las residencias. Te contamos más sobre estas tres modalidades.

 

Residencias para personas con discapacidad intelectual

 

Las residencias están pensadas para personas que necesitan de muchos apoyos para las actividades de la vida diaria y que, por razones familiares, sociales o de otro tipo, no pueden vivir en su casa. 

Representan una opción más institucionalizada, donde las personas con discapacidad intelectual reciben atención integral en un entorno residencial. Estas residencias disponen de un equipo multidisciplinar de profesionales que brindan atención médica, terapias, y acompañamiento emocional. Aunque este modelo puede parecer más restrictivo, muchas veces es necesario para personas con una mayor necesidad de cuidados, cuando las familias no pueden proporcionar el apoyo requerido en casa.

 

Pisos tutelados para personas con discapacidad 

 

Por otro lado, las viviendas tuteladas están dirigidas a personas que tienen cierto grado de discapacidad intelectual, pero que cuentan con un nivel alto de autonomía, aunque requieran de forma puntual apoyo, ayuda u orientación para ciertas situaciones de su vida cotidiana. 

Las viviendas tuteladas permiten a sus residentes tener sus propias habitaciones en pisos compartidos, pero a la vez vivir como parte de la comunidad. Así, una de sus ventajas es que permite una relación más normalizada con su entorno, potenciando la integración y la participación en la vida social y comunitaria. 

En los pisos tutelados, cuentan con apoyos de un educador que está disponible durante  el día y la noche para brindar el respaldo necesario en el desempeño de sus actividades cotidianas. Este modelo promueve el desarrollo de habilidades y la participación activa en la toma de decisiones.

En los pisos tutelados, aprenden a repartirse las tareas del hogar, a hacer la compra, cocinar, a usar medios de transporte y mucho más, de modo que tanto ellos mismos como sus familias puedan comprobar que pueden hacerse responsables de su día a día. Así, los pisos tutelados para personas con discapacidad permiten poner en práctica sus conocimientos y destrezas en un entorno normalizado, junto a otros iguales y en una vivienda adaptada a sus necesidades.

Algunos pisos tutelados tienen carácter permanente, mientras que otros son de entrenamiento para la emancipación, es decir, para que los participantes en este proyecto vayan ganando en habilidades y conocimientos que les permitan, en un futuro, vivir de forma independiente.

 

En FUNDACIÓN JUAN XXIII contamos tres viviendas tuteladas que tienen un carácter de entrenamiento. La experiencia dura seis meses, de lunes a viernes. Durante los fines de semana, los convivientes regresan al domicilio familiar para continuar con el entrenamiento y para que la separación no sea tan abrupta.

Aunque el paso del hogar a un piso tutelado pueda dar algo de vértigo, los participantes acaban la experiencia con la confianza y la autoestima de saberse capaces de guiar su propia vida.

 

Pisos supervisados para personas con discapacidad

Las viviendas o pisos supervisados tienen muchas cosas en común con las viviendas tuteladas. Sin embargo, están pensados para personas con un nivel superior de autonomía o entrenamiento en la vida independiente, ya que cuentan apoyos puntuales de educadores, en función de las necesidades que tengan los participantes, pero el educador no se queda día y noche. 

En ellos, conviven varias personas con discapacidad intelectual y son ellos quienes llevan el peso de las tareas y actividades diarias. Se trata así de un paso más en el camino hacia alcanzar la mayor autonomía posible. 

En FUNDACIÓN JUAN XXIII también supervisamos la casa que uno de nuestros usuarios del Centro Ocupacional está compartiendo con otros dos compañeros, una vivienda de lunes a domingo y de carácter indefinido.  

En conclusión, los pisos tutelados, supervisados y residencias son tres opciones que se adaptan a las diversas necesidades de las personas con discapacidad intelectual. Cada modalidad aborda de manera única los distintos niveles de autonomía y apoyo que requieren los individuos, reconociendo que no todas las personas enfrentan las mismas circunstancias.

Los pisos tutelados y supervisados se enfocan en aquellas personas con un nivel superior de autonomía, brindándoles un entorno de convivencia donde asumen responsabilidades en sus actividades diarias, aunque reciben apoyos según sus necesidades.

Nueva llamada a la acción

¿No te quieres perder nada? Suscribete a nuestra newsletter

cumples-la-lgd-descarga-gratis

Artículos relacionados