Autonomía personal: qué es, ejemplos y cómo fomentarla para personas con discapacidad

La promoción de la autonomía personal es una de las acciones más importantes que se pueden llevar a cabo para lograr la inclusión social de las personas con discapacidad.
El foco puesto en la autonomía personal ha supuesto un cambio de paradigma desde que, a mediados del siglo XX, el enfoque asistencial y médico empieza a incorporar nociones hacia un modelo social y de derechos humanos para las personas con discapacidad.
De este modo, en este post queremos explicar qué es la autonomía en palabras sencillas, qué implica para las personas con discapacidad y cómo fomentarla. Desde FUNDACIÓN JUAN XXIII, compartimos algunas claves para entender la autonomía personal y algunas de las estrategias para impulsarla.
¿Qué es la autonomía personal?
La autonomía personal es la capacidad de afrontar y tomar decisiones sobre cómo vivir, de acuerdo con las normas y preferencias propias, así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria. Así lo recoge el artículo 2 de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia.
Por lo tanto, ante la pregunta “¿qué es tener tu propia autonomía?”, es importante tener en cuenta que la promoción de la autonomía personal se da en dos planos:
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Impulsando la capacidad para analizar situaciones y tomar decisiones de vida de manera independiente.
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Proporcionando las herramientas necesarias para enfrentarse al día a día y a actividades como cocinar, mantener buenos hábitos de higiene, coger el transporte público, comprar, manejar dinero o comportarse en sociedad.
La autonomía personal es un derecho fundamental de todas las personas, también de aquellas que presentan algún tipo de discapacidad, y es esencial para que tengan una vida plena y satisfactoria.
Además, la promoción de la autonomía personal tiene un gran efecto sobre la autoestima: las personas se sienten más realizadas y satisfechas cuando ven que consiguen superarse, realizar más tareas y tomar decisiones propias.
En el caso específico de las personas con discapacidad, el fomento de la autonomía personal busca romper con la sobreprotección que, en muchas ocasiones, se aplica sobre las personas con discapacidad, y que acaba por ser perjudicial, ya que así se impide que desarrollen sus capacidades y sus habilidades comunicativas.
La clave está en ayudar y apoyar siempre que sea necesario, pero dejando que las personas con discapacidad se enfrenten a sus propios retos y tareas, dentro de sus límites.
¿Cómo tener autonomía personal? Acciones para fomentar la autonomía en personas con discapacidad
Ya hemos visto que, independientemente de las características y necesidades de cada persona, el desarrollo de la autonomía personal es un derecho individual de las personas y la mejor forma de construir una sociedad verdaderamente inclusiva.
Pero, ¿cómo fomentarla?
La autonomía personal se empieza a desarrollar en la infancia, en respuesta directa a las oportunidades que el entorno brinda para que el niño explore, tome decisiones y asuma responsabilidades según su edad y capacidad.
A su vez, es importante comprender que la autonomía personal es un aprendizaje continuo, y puede trabajarse a lo largo de todas las etapas de la vida.
Desde nuestra experiencia en el Centro de Día y el Centro Ocupacional de FUNDACIÓN JUAN XXIII, trabajamos diariamente para mejorar la autonomía personal y, con ello, la calidad de vida de nuestros usuarios.
Así, sabemos que, si bien todas las personas con discapacidad pueden alcanzar el mismo grado de autonomía, muchas de ellas pueden mejorarla. Con los apoyos y el tiempo suficientes, y dentro de sus posibilidades, consiguen ser más independientes.
Desde esta perspectiva, los pilares básicos de las estrategias que implementamos para fomentar la autonomía personal son los siguientes:
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Iniciativas diseñadas para estimularlos a realizar actividades motrices adaptadas a sus propias necesidades y capacidades.
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Nuestro programa de piso formativo, en el que se ponen en práctica habilidades para fomentar la autonomía en tareas de la vida cotidiana, incluyendo aseo, cuidar la ropa, comer y beber independientemente, comprar, preparar y conservar alimentos, limpiar la casa o reaccionar adecuadamente ante situaciones de peligro en el hogar.
Un servicio de ocio, en el que las personas con discapacidad se implican a la hora de proponer y organizar actividades y viajes, en función de sus vínculos de amistad, intereses y aficiones.
Más preguntas
Para definir la autonomía personal es posible acudir a la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, que establece la autonomía como:
“La capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias, así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria”
Una definición de autonomía personal que recoge lo establecido por la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad que, en el preámbulo, menciona “la importancia que para las personas con discapacidad reviste su autonomía e independencia individual, incluida la libertad de tomar sus propias decisiones” y que, en su artículo 3, entre los principios generales, cita:
“El respeto de la dignidad inherente, la autonomía individual, incluida la libertad de tomar las propias decisiones, y la independencia de las personas”
La autonomía personal se fundamenta en el desarrollo de un conjunto de capacidades que permiten a una persona desenvolverse de manera independiente y responsable en su vida diaria.
Entre estas habilidades, podemos citar como algunas de las más importantes las siguientes:
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Capacidades relativas al autocuidado, atendiendo sus necesidades básicas como higiene personal (baños, lavarse los dientes, peinarse), vestirse adecuadamente, alimentarse de forma independiente, cuidar de su salud (tomar medicamentos cuando son necesarios, acudir al médico…)
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Habilidades domésticas, como cocinar platos sencillos, hacer la compra, limpiar y organizar espacios, cuidar la ropa…
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Capacidad de toma de decisiones, resolviendo problemas cotidianos y más allá, incluyendo la gestión de sus finanzas personales.
La definición de autonomía personal que hemos visto a lo largo del artículo implica una visión amplia de este concepto, en cuyas bases se posicionan muchos tipos de capacidades. Algunas de las más importantes incluyen:
Autonomía física o funcional
Se incluyen aquí todas las actividades que permiten lograr independencia en el día a día, desde comer, vestirse y asearse a poder desplazarse con independencia o cuidar de uno mismo o de su entorno.
Autonomía moral
Capacidad para actuar y tomar decisiones según principios propios, distinguiendo entre qué es lo correcto y lo incorrecto y asumiendo las consecuencias de los actos propios.
Autonomía económica
Capacidad para gestionar los recursos económicos de que dispone la persona: contar con sus propios recursos, tomar decisiones de compra y ahorro en base a sus necesidades…
Autonomía cognitiva
Capacidad de las personas para pensar y decidir de forma independiente, distinguiendo entre pensamientos propios y ajenos. Entra aquí también el desarrollo de la autonomía en la toma de decisiones.